Docente de Derecho Internacional en Unicaribe.

ANDRÉS AYBAR BÁEZ — junio 2025, para 7 Segundos Multimedia. – A menudo los cambios geopolíticos profundos no se perciben en el día a día. Sin embargo, quienes miran con atención el escenario internacional comprenden que estamos viviendo uno de los momentos de mayor reacomodo del orden mundial desde la Segunda Guerra Mundial.

El sistema internacional actual — edificado por las potencias aliadas triunfantes en 1945 — está mostrando claros signos de agotamiento. Los organismos internacionales que surgieron para arbitrar conflictos y garantizar la paz, como la ONU o la OMC, se muestran cada vez más inoperantes o prisioneros de vetos e intereses cruzados.

Las democracias en muchos países se ven erosionadas por el surgimiento de líderes autoritarios y populistas, mientras que en regiones de fuerte raigambre islámica emergen gobiernos o movimientos fanáticos. Israel, rodeado de amenazas, resiste con una valentía de supervivencia pocas veces vista. Rusia, con su invasión de Ucrania, desafía abiertamente las normas internacionales, desoyendo a la comunidad global. Corea del Norte avanza en su retórica nuclear.

China observa como un jugador estratégico de largo plazo, prefiriendo el papel de espectador que acumula fuerza, mientras la Unión Europea enfrenta divisiones internas. Estados Unidos, por su parte, intenta mantener su liderazgo global, pero sufre tensiones políticas internas.

Estamos, sin duda, ante una “guerra fraccionaria”, donde no hay un conflicto global abierto, pero sí múltiples frentes y tensiones, con un impacto severo en la economía mundial: inflación, crisis energética, disrupciones en las cadenas de suministro, fragilidad de los sistemas financieros.

Para países como la República Dominicana, que somos observadores pero también vulnerables, este contexto nos obliga a mirar con cautela el porvenir. Las tensiones globales repercuten en nuestro entorno, más allá de nuestros desafíos propios — como el tema haitiano, la crisis del tránsito, el clientelismo, o nuestra fragilidad como economía dependiente e importadora.

Estamos en medio de una batalla silenciosa por el nuevo reordenamiento mundial. Cuatro grandes frentes lideran este proceso: China, Rusia, la Unión Europea y los Estados Unidos. Ninguno quiere quedar fuera del tablero de poder. América Latina, mientras tanto, corre el riesgo de convertirse en terreno de apetitos descontrolados, donde las potencias buscan capturar mercados, recursos y penetrar culturalmente.

El momento exige lucidez. Solo aquellos países, empresas y personas que comprendan esta nueva realidad y se adapten a ella, podrán prosperar en un mundo que avanza hacia un reacomodo vertiginoso.

No es momento de ingenuidad. Es un momento para entender los cambios históricos en curso y actuar con inteligencia estratégica.