EDITORIAL, 7 SEGUNDOS.- El día de hoy, por razones que aún se desconocen, la red semafórica de la ciudad de Santo Domingo se ha visto afectada sobremanera. Provocando en-taponamientos, desastres y fallas en el tránsito de la ciudad más congestionada del país.

¿Quién explicará? ¿Quién será responsable? Adicionalmente al problema de los semáforos, tenemos problemas de diferentes características con respecto al tráfico y nadie pareciera ser responsable. Como es típico en nuestra idiosincrasia, cada sector propone su fórmula del agua tibia en su propia estufa sin una solución aparente.

El problema de tráfico y tránsito vehicular no tiene una solución individual. No es solo el agente de la Digesett, ni el estacionarse en las aceras, mucho menos el conductor, ni los motores, ni el sentido de las vías o el volumen vehicular: son todos los problemas juntos, explotando la hermosa Primada de América.

La sociedad, que se constituye en una responsabilidad de los políticos, debe sentarse con seriedad para encontrar una solución transversal al tránsito. No únicamente analizarla, no únicamente conversarla; es necesario trazarla, implementarla en conjunto y trabajarla con todos los actores de la vida nacional. Desde el chofer de carrito público, hasta el peatón que no cruza por la cebra.

Tres millones de personas como sardinas en lata. Cientos de miles cruzan desde un Santo Domingo ubicado en cualquier punto cardinal, dígase Este, Norte y Oeste; todos van al mismo lugar a las mismas horas y salen de los mismos lugares a las mismas horas. Cuándo lo piensas, que sea posible movilizarse, sin regulación, fiscalización ni organización concreta, es un milagro.

Mientras el tránsito continúe en la nebulosa de la opinión pública y no en la ejecución de los ejes que colindan en su mal-ejecución, la bola de nieve continuará creciendo, y el resultado de esto será totalmente aleatorio, inesperado e impredecible…