En la historia estará  plasmado que el fiscal de Nueva York logró condenar a Trump, algo que sus colegas no pudieron hacer. Sin embargo, este expediente está al borde de ser el único contra el expresidente estadounidense que la justicia examine antes de las elecciones de noviembre.

Alvin Bragg, de 50 años, fiscal que lo instruyó, se mostró modesto el jueves por la tarde tras la sentencia.

«Hice mi trabajo. Hicimos nuestro trabajo», comentó con seriedad. «La única voz que cuenta es la del jurado, y el jurado ha hablado», declaró, y destacó la decisión unánime de los 12 jurados de declarar a Trump «culpable de 34 cargos de falsificación contable agravada para ocultar una conspiración destinada a pervirtiendo las elecciones de 2016″.

El juez Juan Merchán fijó sentencia para el 11 de julio.

En abril de 2023 Bragg se había convertido en el primer fiscal que procesó penalmente a un expresidente de los Estados Unidos.

En ese momento, la mayoría de los comentaristas jurídicos lo criticaron, entre otras cosas por la banalidad del caso comparándolo con otras investigaciones de las que estaba siendo objeto Trump.

La revancha de Bragg.

«Hace un año, la mayoría de la gente como yo habría dicho que este era el caso con menos probabilidades de llegar a juicio, que probablemente era el menos importante», expresó el exfiscal federal Randall Eliason, profesor de derecho penal en la Universidad George Washington.

Especialmente porque Bragg no se distingue por la solemne austeridad del fiscal especial Jack Smith ni por el sentido de la mordacidad de la fiscal Fani Willis.

El primero tiene a cargo la instrucción de un proceso federal contra el expresidente republicano por intentos ilícitos de revertir los resultados de las elecciones de 2020 y por retener documentos clasificados tras su salida de la Casa Blanca.

La segunda dirige la acusación que pesa sobre el expresidente y otras 14 personas en el estado clave de Georgia (sureste) por presuntos actos de interferencia electoral en 2020.