El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, autorizó a Ucrania el uso de misiles de largo alcance para atacar objetivos en territorio ruso. Esta decisión surge en un contexto delicado, luego de la derrota sufrida por el Partido Demócrata en las elecciones legislativas de los Estados Unidos. Además, la medida se produce a tan solo dos meses de la entrega de la Casa Blanca al presidente electo, el republicano Donald Trump.

Por un tiempo prolongado, Biden se había mantenido exento de autorizar el envío de dicho armamento a Ucrania. Sin embargo, la decisión que surge ahora de permitir el uso de misiles pone de manifiesto la inestabilidad geopolítica que podría desatarse entre las potencias mundiales. Lo cierto es que las decisiones precipitadas, impulsadas por intereses a corto plazo, pueden tener consecuencias devastadoras.

Lo que también genera preocupación es que esta medida se toma en el periodo de transición de un gobierno que ha sufrido una derrota electoral, lo que plantea dudas sobre la legitimidad de una administración saliente tomando decisiones tan trascendentales.

Respuesta de Rusia

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, mediante decreto autorizó a Moscú (Estado atacado por Ucrania), el uso de armas nucleares contra un Estado no nuclear que cuente con el respaldo de potencias atómicas. Putin tomó como referencia para aprobar el decreto el ataque recibido por parte de Ucrania con el lanzamiento de misiles balísticos.

El decreto señala que: “La agresión de cualquier Estado perteneciente a una coalición militar (bloque, alianza) contra la Federación de Rusia y/o sus aliados es vista como una agresión de la coalición en su conjunto».

Asimismo, en el texto se advierte que cualquier agresión de un Estado perteneciente a una coalición militar, como la OTAN o cualquier bloque aliado de Ucrania, contra la Federación de Rusia y/o sus aliados será interpretada como un ataque a la coalición en su conjunto. Esto implica que Rusia tendrá una respuesta militar total si sus enemigos son apoyados por potencias nucleares, especialmente aquellas involucradas en la OTAN, como Estados Unidos, Francia y el Reino Unido.

La respuesta clara es que Rusia no dudará en emplear armas de destrucción masiva si percibe que su seguridad está en riesgo debido a la intervención directa de potencias extranjeras en el conflicto con Ucrania.

El gobierno de Vladimir Putin puntualizó que podría recurrir al uso de armas nucleares no solo en caso de agresión directa con armas convencionales, sino también en respuesta a un «ataque masivo» que implique el uso de aviones de guerra, misiles de crucero, misiles hipersónicos, drones y otros aparatos no tripulados que violen el espacio aéreo de su país.

La postura de Rusia plantea preocupaciones para la seguridad global y abre la posibilidad a una mayor inestabilidad de las relaciones internacionales, especialmente con la OTAN y los Estados Unidos.