El actor y guionista Will Smith, quien había sido objeto de controversia tras abofetear a Chris Rock en plena transmisión de los Oscar, ha retomado su presencia en la vida pública después de un tiempo fuera de los focos, esperando que el incidente con Rock se desvaneciera. En una entrevista íntima con Kevin Hart, Smith abordó varios aspectos significativos de su vida personal y profesional, destacando su arrepentimiento por haber incentivado a sus hijos a convertirse en celebridades.

Smith hizo una retrospectiva hasta el año 2010, que él considera un período crucial. En ese año, su hijo Jaden protagonizó el reinicio de «Karate Kid» y su hija Willow debutó en la industria musical con «Whip My Hair». En ese momento, Smith se sentía extremadamente orgulloso como padre, aspirando a ser lo contrario de lo que había experimentado con su propio padre.

«Estaba construyendo el sueño de la familia que tenía en mi cabeza. Voy a hacerlo mejor de lo que hizo mi padre», reflexionó Smith. Sin embargo, el actor admitió que, con el tiempo, se dio cuenta de que había presionado demasiado a sus hijos para seguir sus pasos y se sintieron abrumados por la expectativa.

La revelación más significativa llegó cuando su hija Willow se rebeló ante la presión y expresó su deseo de tener una figura paterna en lugar de un mánager. Este evento marcó un punto de inflexión en la percepción de Smith sobre el éxito y la felicidad. Comenzó a comprender que el éxito y el dinero no garantizan la felicidad genuina y que sus acciones habían dejado un rastro negativo en las relaciones cercanas.

Smith compartió que gran parte de su enfoque en el éxito y la superación personal derivaba de inseguridades profundas, incluida la experiencia de su padre abusivo y el dolor de una infidelidad en su adolescencia. Esta búsqueda constante de ser el mejor en todo estaba enraizada en un temor de ser reemplazado por alguien «mejor».

Sin embargo, su perspectiva cambió después del fracaso de la película «Después de la Tierra» y una confrontación con su hija Willow. Smith llegó a la conclusión de que el amor auténtico era lo que realmente importaba y que ningún nivel de éxito o riqueza podría llenar el vacío existencial que sentía. Esta transformación lo llevó a priorizar las relaciones significativas y profundas en lugar del éxito superficial.

En última instancia, la historia de Will Smith destaca su viaje personal de autorreflexión y crecimiento, pasando de buscar constantemente la excelencia externa a valorar las conexiones humanas genuinas y el amor verdadero.