En el famoso cementerio Père-Lachaise, entre tumbas de celebridades y monumentos históricos, hay una que se ha convertido en altar del deseo, la fertilidad… y el morbo de muchos turistas. Se trata de la tumba de Víctor Noir, un periodista asesinado en 1870, cuya estatua en bronce reposa en el lugar con un detalle muy peculiar en su entrepierna.

Noir, fue un periodista francés del XIX, asesinado en el 1870 por un primo de Napoleón III en un duelo por cuestiones políticas. Su muerte temprana y trágica hizo que se transformara en una figura romántica, sin embargo, su estatua funeraria fue la que le otorgó una fama hasta hoy en día perdurable y peculiar.
Su tumba, esculpida por el artista Jules Dalou, muestra a Noir tal como cayó: yacente, con su sombrero a un lado, el rostro sereno… y un bulto prominente en su entrepierna que ha desatado las fantasías (y rituales) de miles de visitantes durante décadas.
Cuénta la leyenda…
Según la popular leyenda si tocas ese «bultito» del bronce, besas sus labios o le dejas flores… atraes fertilidad, suerte en el sexo y una vida amorosa explosiva.
Ante tal leyenda, claro que nunca faltan los «testimonios» de mujeres que aseguran haber quedado embarazadas poco después de «rendirle culto» a Noir. Y en definitiva, las fotos no mienten: mientras el resto de la estatua presenta una pátina verdosa por la oxidación, los labios, la entrepierna y los pies están brillantemente pulidos por las «caricias» constantes.



Sucede que al parecer, la fama de mujeriego de Noir y ese detalle, dieron origen a una curiosa leyenda. Lo cierto es que la tumba de Víctor Noir es ya una parada obligatoria del turismo erótico parisino, donde lo morboso se mezcla con lo romántico. Algunos lo ven como una irreverencia, otros como una dulce superstición, pero nadie queda indiferente al magnetismo fálico de este periodista inmortalizado en bronce.
Incluso hubo un intento de cercar la tumba con una verja en 2004 para evitar las «interacciones» físicas, pero las protestas públicas fueron tan ardientes como el mito mismo. Finalmente, las autoridades se rindieron: el pueblo quería tocar, besar y dejar flores… y así sigue siendo.
Hoy, la tumba de Víctor Noir sigue siendo un fascinante cruce entre historias y la superstición, donde gracias al realismo de una escultura funeraria se ha dado pie a una tradición que burla el paso de los siglos. Los visitantes son atraidos por la leyenda y el brillo particular en el bronce que guarda secretos de incontables ruegos, esto se ha convertido en un testimonio de cómo el mito puede transformar la memoria de un hombre en un símbolo eterno de fertilidad y amor.