OPINIÓN, ANDRÉS AYBAR BÁEZ, para 7 Segundos Multimedia. – La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una promesa lejana o una escena de ciencia ficción para convertirse en una realidad cotidiana que impacta nuestras vidas, nuestras economías y nuestras decisiones. Lo que estamos viviendo no es una moda pasajera ni un simple avance tecnológico: es una transformación profunda, impulsada por un crecimiento exponencial (geométrico, incluso) de datos, capacidad computacional y algoritmos de aprendizaje. En palabras sencillas: ya no hay retorno. La sociedad que conocimos ha cambiado para siempre.

En República Dominicana — como en gran parte del mundo — aún existe una percepción ambigua sobre la IA. Mientras algunos la miran con entusiasmo, otros la subestiman o incluso la temen. Pero la verdad es que la inteligencia artificial ya está aquí, operando en silencio detrás de nuestras búsquedas en internet, nuestras compras digitales, nuestros diagnósticos médicos, nuestras operaciones bancarias, el análisis de créditos y hasta en el monitoreo de tráfico y seguridad. El problema no es si llega o no: ya llegó. El verdadero desafío es si estamos listos para navegar esta ola o quedarnos rezagados como nación.

Las herramientas más populares y accesibles como ChatGPT (OpenAI), Gemini (Google), Claude (Anthropic) y Copilot (Microsoft) ya están siendo utilizadas en millones de tareas: desde redacción de textos, resúmenes legales, atención al cliente automatizada, programación de software, hasta diagnóstico temprano de enfermedades y predicción de consumo energético. Otras plataformas específicas como Midjourney, Runway o Sora están revolucionando la creación audiovisual y el diseño gráfico. Además, existen soluciones empresariales que permiten personalizar modelos de IA para procesos internos, predicción de ventas, optimización logística, análisis de sentimientos de clientes, entre muchos otros usos estratégicos. Herramientas como Salesforce Einstein, IBM Watson, SAP AI o Amazon Bedrock ya están siendo implementadas por corporaciones globales y algunas firmas en América Latina.

La economía mundial ya muestra un redireccionamiento de inversiones hacia sistemas inteligentes en áreas como banca y finanzas, salud, agricultura, educación, marketing, industria, justicia y medios de comunicación. En República Dominicana ya existen casos puntuales de uso de IA en bancos, centros médicos y empresas de telecomunicaciones, pero aún estamos lejos de una adopción masiva y estratégica. Falta infraestructura tecnológica, formación técnica y — sobre todo — una visión clara de Estado que impulse un ecosistema de innovación y ética digital.

Nos falta educación masiva en habilidades digitales, incentivos para PYMES que integren IA, actualización legal, creación de hubs de innovación y, sobre todo, perder el miedo. La inteligencia artificial no es un fin en sí misma. Es una herramienta poderosa que puede democratizar oportunidades, aumentar la productividad y mejorar la calidad de vida. Pero también puede profundizar desigualdades si no se maneja con visión y justicia.

Repito: ya no hay marcha atrás. La pregunta no es si nos sumamos a la ola de la IA, sino cómo lo hacemos de manera responsable y efectiva. Extiendo la invitación a todos los sectores — gubernamentales, empresariales, educativos y sociales — para asumir este momento como una oportunidad histórica. La inteligencia artificial debe ser aliada del desarrollo, no un lujo para unos pocos ni un riesgo para todos. Preparémonos para navegar con inteligencia en esta nueva era.

Bienvenida sea la IA. Pero bien usada. A favor de la humanidad.