EFE
La situación en Washington D.C no pinta nada bien, las cosas van de mal en peor en la capital de la nación del país norteamericano. Problemas en sectores que antes solían ser tranquilos se han sumergido en un mar de delincuencia.
Woodridge es un barrio residencial en el noreste de Washington DC, de calles arboladas y casas familiares con pequeñas parcelas de césped donde la tranquilidad se ha visto quebrantada en el último año, según denuncian sus residentes.
Se reportan mayores indicios de delincuencia juvenil, algo que sorprende a los residentes de la comunidad debido a lo tranquilo y cómodo que era la zona hace unos años atrás. Especialmente preocupantes son los 166 homicidios ocurridos desde enero, un aumento del 27 %, ya que de seguir esta tendencia se batirá el récord de las últimas dos décadas.
«Ha habido un aumento de la delincuencia en el último año y medio», cuenta a EFE Jess, un vecino de Woodridge preocupado porque últimamente hay personas que disparan al aire en un parque al lado de su casa.
Él es uno de los cuarenta vecinos que se han reunido una tarde de verano en una esquina del barrio con un concejal y dos agentes para hablar de seguridad.
Han acudido personas de todas las edades, algunas con sus hijos, para denunciar diferentes preocupaciones: «A mi marido le robaron el coche». «Mi calle es muy oscura de noche y tengo miedo». «No recibí el SMS de alerta cuando hubo el último tiroteo»…
Pero todas sus demandas coinciden: más policías, más cámaras y más iluminación de noche.
Lauren, una de las vecinas, reflexiona sobre las causas del deterioro de la seguridad y se le ocurren varias ideas, como que la salud mental ha empeorado por la pandemia de covid-19, han proliferado las armas o faltan oportunidades para los jóvenes.
«No sé muy bien cuál es la causa. Lo que sí sé es que mis vecinos y yo vivíamos en un barrio pacífico pero ahora tenemos miedo y no queremos tener miedo», explica a EFE.
La alcaldesa de Washington, Muriel Bowser anunció medidas para acaparar la delincuencia en el estado, la cual fue brevemente interrumpida para informar sobre un tiroteo. Se impuso un toque de queda para menores de 17 años, ya que muchos de los detenidos son jóvenes.
Se piensa que con estas medidas la delincuencia se detendría, pero lo cierto es que distintos analistas piensas que que el estado es como una «zona de guerra» y por eso piensan que es mejor desplegar a la guardia nacional en el estado para mantener el orden.
Esta es una medida que ya se planteó a principios de la década de 1990, cuando Washington sufría una crisis de violencia todavía peor, espoleada por la epidemia de crack, con casi 500 homicidios anuales.
Para el expolicía Roy Taylor el problema actual se origina por el fácil acceso a las armas, la crisis de drogadicción que ha generado el fentanilo y el insuficiente número de policías en Washington, que cuenta con 3,200 agentes locales.
Mas de 2,000 armas han sido incautadas en la capital norteamericana, algo que genera mas tensión y preocupación entre los pobladores y los políticos ante una situación que parece no tener mejoría.