el fallecimiento de la señora Robinson fue anunciad por Michelle Obama y otros familiares en un comunicado que decía hubo y habrá sólo una Marian Robinson
Falleció este viernes Marian Shields Robinson, a la edad de 86 años, la madre de la ex primera dama Michelle Obama, quien se mudó con su primera familia a la Casa Blanca cuando su yerno Barack Obama fue elegido presidente.
La muerte de la señora Robinson fue anunciada por Michelle Obama y otros miembros de la familia en un comunicado que decía “hubo y habrá sólo una Marian Robinson. En nuestra tristeza, nos sentimos levantados por el extraordinario regalo de su vida”.
Shields, era viuda y residía en Chicago cuando se mudó a la mansión ejecutiva en 2009 para ayudar a cuidar a sus nietas Malia y Sasha. Cuando tenía poco más de 70 años, al principio la señora Robinson no quería empezar de nuevo en Washington, y Michelle Obama tuvo que recurrir a su hermano, Craig, para ayudar a convencer a su madre de mudarse.
“Hubo muchas razones buenas y válidas que Michelle me planteó, una de las cuales fue la oportunidad de seguir pasando tiempo con mis nietas, Malia y Sasha, y ayudar a darles una sensación de normalidad que es una prioridad para ambas, de sus padres, como lo ha sido desde que Barack comenzó su carrera política”, escribió la señora Robinson en el prólogo de “A Game of Character”, una recuerdo de su hijo, ex entrenador principal de baloncesto masculino de la Universidad Estatal de Oregón.
Sus nietas Malia y Sasha tenían solo 10 y 7 años, respectivamente, cuando la Casa Blanca se convirtió en su hogar en 2009. En Chicago, la señora Robinson se convirtió casi en una madre sustituta de las niñas durante la campaña presidencial de 2008. Se retiró de su trabajo como secretaria de banco para ayudar a transportarlos.
“No sería quien soy hoy sin la mano firme y el amor incondicional de mi madre, Marian Shields Robinson”, escribió Michelle Obama en sus memorias de 2018, “Becoming”.
“Ella siempre ha sido mi apoyo, permitiéndome la libertad de ser quien soy, sin permitir que mis pies se alcen demasiado del suelo. Su amor ilimitado por mis hijas y su voluntad de anteponer nuestras necesidades a las suyas me dieron el consuelo y la confianza para aventurarme al mundo, sabiendo que estaban seguras y queridas en casa”.