En América Latina, los recientes triunfos de candidatos no vinculados a los gobiernos en Argentina, Ecuador y Paraguay no indican un ascenso general de la derecha, según destacan reconocidos politólogos consultados por EFE.

Hace un año, la región parecía estar experimentando una segunda «Marea Rosa» con la izquierda en el poder en las cinco principales economías. Sin embargo, las elecciones de 2023 muestran una tendencia diferente: los ciudadanos optan por alternativas políticas cuando son convocados a las urnas, castigando al partido en el poder por su desempeño mediocre.

José Miguel Vivanco, del Council on Foreign Relations, señala que este cambio no implica necesariamente un giro ideológico, sino más bien un voto de castigo por un rendimiento insatisfactorio. Destaca la fortaleza de la democracia electoral en la región, que permite la alternancia en el poder sin crisis institucionales significativas.

Patricio Navia, profesor de Estudios Liberales en la Universidad de Nueva York, discrepa con la idea de un giro a la izquierda en América Latina. Argumenta que la pérdida de poder por parte de quienes están en el poder se debe al descontento generalizado de la población. Subraya que la situación en Argentina, donde la oposición ganó, es un ejemplo de este fenómeno.

Daniel Zovatto, director regional del Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral, destaca que la región ha experimentado una década perdida con bajos precios de los commodities y un crecimiento económico promedio del 0,8% en 2023. Esto contribuye a la tendencia de votar en contra de los partidos en el poder.

Zovatto explica que desde 2021, todos los presidentes elegidos en segunda vuelta han debido enfrentarse a un balotaje, destacando la tendencia al voto de castigo. Aunque espera que esta tendencia se desacelere en 2024, sigue siendo una fuerza significativa.

En resumen, la situación política en América Latina no refleja un claro movimiento hacia la derecha, sino más bien un patrón de castigo electoral a los gobiernos en el poder por su gestión y un descontento generalizado entre la población.

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