El año 2025 registra uno de los momentos más delicados en términos de seguridad internacional, con más de medio centenar de conflictos armados activos en distintas regiones del planeta. Desde enfrentamientos entre Estados hasta guerras civiles y crisis humanitarias, el mundo experimenta una ola de violencia que algunos analistas describen como una “guerra fragmentada”.
Aunque sin llegar hasta ahora a una Tercera Guerra Mundial, más de 50 países están involucrados en combates activos, afectando a cientos de millones de personas.
Entre los focos de tensión más graves se encuentra el reciente enfrentamiento directo entre Irán e Israel, con la participación de Estados Unidos, tras los bombardeos a instalaciones nucleares iraníes. Este conflicto ha encendido las alarmas globales por su potencial de escalar aún más y arrastrar a otras potencias.
Otros conflictos de alto impacto incluyen la guerra en Ucrania, iniciada por la invasión rusa en 2022; la prolongada ofensiva militar en Gaza; la guerra civil en Sudán, que ya ha desplazado a millones; la crisis armada en Myanmar tras el golpe militar; la violencia en la República Democrática del Congo con el avance del grupo rebelde M23; y la persistente inestabilidad en regiones del Sahel africano, como Mali, Burkina Faso y Níger.
Otros países también registran altos niveles de violencia
En países como Haití, las pandillas han tomado el control de barrios enteros, imponiendo su ley ante la ausencia del Estado y sumiendo a la población en un clima constante de violencia e inseguridad
En México, la situación también es crítica. La guerra entre cárteles del narcotráfico ha provocado decenas de miles de muertes en los últimos años. Asimismo, entre India y Pakistán la disputa por Cachemira ha vuelto a tensarse en los últimos meses.
A pesar de este panorama preocupante, no se ha producido una Tercera Guerra Mundial. No existe una confrontación militar global declarada ni un conflicto que involucre directamente a la mayoría de las grandes potencias. Sin embargo, el riesgo de escalada está latente, y es necesario reforzar los esfuerzos diplomáticos para contener las hostilidades y evitar un conflicto global de mayores proporciones.