Entre 1990 y 2019, más de 150,000 muertes anuales en todo el mundo estuvieron vinculadas a olas de calor, según un estudio reciente publicado el 14 de mayo en ‘PLOS Medicine’ por Yuming Guo de la Universidad de Monash en Australia y su equipo.
Las olas de calor, periodos de temperaturas extremadamente altas que duran varios días, pueden causar un estrés térmico severo en el cuerpo humano.
Anteriormente, los estudios habían evaluado el impacto de olas de calor específicas sobre el exceso de mortalidad en áreas locales, pero no habían comparado estas estadísticas globalmente durante un periodo tan extenso.
En este nuevo estudio, los investigadores usaron datos de la Red de Investigación Colaborativa Multi-Country Multi-City (MCC), que incluía información sobre muertes y temperaturas diarias de 750 lugares en 43 países. Con estos datos, estimaron el exceso de muertes causadas por olas de calor en todo el mundo entre 1990 y 2019 y mapearon la variación de estas muertes en diferentes continentes.
Durante las estaciones cálidas de 1990 a 2019, las muertes en exceso debido a las olas de calor sumaron un promedio de 153,078 por año, lo que equivale a 236 muertes por cada diez millones de habitantes o al 1% de las muertes globales. Aunque Asia tuvo el mayor número de muertes estimadas, Europa presentó la tasa ajustada por población más alta, con 655 muertes por cada diez millones de habitantes.
Hubo una carga significativa de muertes en el sur y este de Europa, así como en la región que abarca el norte de África, la Península Arábiga y el sur de Asia. A nivel nacional, Grecia, Malta e Italia mostraron las mayores tasas de mortalidad en exceso.
En general, las tasas más altas de muertes por olas de calor se registraron en áreas con climas secos y niveles de ingresos medianos bajos.
Comprender las diferencias regionales en la mortalidad relacionada con olas de calor es esencial para planificar adaptaciones locales y gestionar los riesgos del cambio climático.
«Las olas de calor están asociadas con una carga de mortalidad significativa que varía espacial y temporalmente en todo el mundo durante los últimos 30 años», afirman los autores. «Estos hallazgos subrayan la importancia de las acciones gubernamentales para mejorar la adaptación y la resiliencia del sector de la salud, considerando las desigualdades entre las comunidades».
Además, los autores añaden: «En el contexto del cambio climático, es crucial abordar los impactos desiguales de las olas de calor en la salud humana. Esto requiere un enfoque integral que no solo enfrente los riesgos inmediatos para la salud durante las olas de calor, sino que también implemente estrategias a largo plazo para reducir la vulnerabilidad y la desigualdad. Las estrategias incluyen políticas de mitigación del cambio climático, planes de acción contra el calor (como sistemas de alerta temprana), planificación urbana y espacios verdes, programas de apoyo social, servicios de atención médica y salud pública, concienciación educativa y participación comunitaria».