Por Orlando Jorge Villegas
En un giro impactante para el escenario geopolítico global, la semana pasada se confirmó la
expansión del grupo BRICS, compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, al recibir a
Argentina, Arabia Saudita, Egipto, Etiopía, Irán y Emiratos Árabes Unidos como nuevos
miembros a partir del 1 de enero de 2024.

Esta ampliación no solo agrega valor económico a la asociación, sino que también plantea cuestionamientos profundos sobre la distribución del poder en el mundo contemporáneo.

El impacto económico de esta decisión no puede ser subestimado. Con un PIB combinado que alcanzará la cifra asombrosa de US$ 30,75 billones en 2023, superando por US$ 5,25 billones al de Estados Unidos, BRICS+ se proyecta como una fuerza capaz de influir significativamente en la economía mundial.

Esta coalición de naciones, que controlará casi el 30% del producto interno bruto global, según las estimaciones actuales, tiene el potencial de transformar la dinámica financiera y comercial en su favor.

Los factores que han catalizado esta expansión son múltiples y complejos

La creciente polarización geopolítica a raíz de la invasión de Ucrania por parte de Rusia y las tensiones cada vez más evidentes entre China y Estados Unidos han desempeñado un papel fundamental en la
búsqueda por consolidar a BRICS como un contrapeso viable frente a las potencias occidentales.

Este nuevo grupo, presenta una narrativa que desafía la predominancia del hemisferio occidental en la toma de decisiones globales. La suma de los nuevos miembros no solo tiene implicaciones económicas y políticas en el presente, sino que también abre la puerta a la posibilidad de que otros países busquen unirse a esta coalición.

El compromiso del grupo de abordar las quejas de aquellos que sienten que el orden mundial actual les perjudica podría resonar en otras naciones, que ven en BRICS+ una plataforma para la expresión y el cambio.

En términos económicos, la decisión de las cinco naciones originales de avanzar en la reducción
de su dependencia del dólar estadounidense para el comercio entre sus economías es un paso
audaz hacia la diversificación financiera. Esta estrategia, que busca fortalecer la autonomía
económica de estos países, puede tener un impacto a largo plazo en el panorama financiero
global.

Esta alianza marca un punto de inflexión que cambia por completo el tablero geopolítico global.
Este nuevo bloque, forjado en un contexto de polarización y tensiones, desafía el status quo del
último decenio. Ante este escenario, República Dominicana debe comenzar a poner el ojo en
estos acontecimientos que tienen el potencial de redefinir las relaciones internacionales de las
décadas venideras.