Sam Parnia, un experto en biología molecular y celular de la Universidad de Nueva York, sugiere que la muerte cerebral no es necesariamente irreversible y que el cerebro puede ser «salvable» no solo por horas, sino posiblemente por días después de la muerte clínica.

Parnia afirma que las intervenciones médicas actuales pueden desafiar la noción tradicional de la muerte como un estado definitivo, sugiriendo que con los avances tecnológicos, la muerte podría considerarse más como un proceso que como un evento terminal.

Parnia critica el concepto convencional de muerte y agonía, señalando que la industria médica sigue estando retrasada en su comprensión de estos procesos. Según su investigación, las células cerebrales no sufren daños irreversibles inmediatamente después de que el corazón deja de latir debido a la falta de oxígeno.

En lugar de morir instantáneamente, las células cerebrales entran en un proceso de muerte que se desarrolla a lo largo de varias horas, lo que permite a los científicos estudiar de manera objetiva los eventos fisiológicos y mentales asociados con la muerte.

En estudios recientes, incluido uno realizado en su propio laboratorio, Parnia y su equipo encontraron que algunos pacientes que sufrieron paro cardíaco podían recordar experiencias cercanas a la muerte hasta una hora después de que su corazón se había detenido.

Otros hallazgos

Además, la actividad cerebral de estos pacientes mostró signos de recuperación, alcanzando niveles casi normales después de recibir reanimación cardiopulmonar (RCP). Estos hallazgos, junto con otros estudios como el realizado en Yale donde se revivieron cerebros de cerdos decapitados hasta 14 horas después de la decapitación, desafían la idea de que la muerte es un estado irreversible.

Parnia sostiene que la muerte debería ser vista como un proceso de lesión más que como un estado final. Su razonamiento se basa en que este proceso puede ser revertido utilizando tecnologías como las máquinas de oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO), que sustituyen las funciones del corazón y los pulmones cuando fallan, y cócteles específicos de medicamentos. Estos «cócteles de RCP», que incluyen epinefrina, metformina, vitamina C, vasopresina y sulbutiamina, han demostrado ser eficaces en estudios con animales y se están utilizando en pacientes humanos en su laboratorio con el objetivo de reanimarlos.

Parnia cuestiona por qué la muerte debería ser un estado permanente si las tecnologías actuales permiten la posibilidad de resucitar a los pacientes incluso después de un ataque cardíaco. Aunque reconoce que su enfoque depende en gran medida del tiempo, su investigación abre la puerta a la posibilidad de reconsiderar la muerte no como una frontera final, sino como un proceso potencialmente reversible.

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