En República Dominicana, las pandillas representan una preocupación importante en términos de seguridad y estabilidad social, ya que operan en áreas urbanas y rurales, ejerciendo control territorial y participando en una variedad de actividades ilícitas que van desde el tráfico de drogas hasta la extorsión y el homicidio.

Las pandillas dominicanas tienen una historia que se remonta a décadas atrás, con algunos grupos surgidos en respuesta a la marginalización social y económica de ciertas comunidades. A lo largo de los años, estas pandillas han evolucionado, adoptando estructuras organizativas y expandiendo su alcance a nivel nacional e internacional.

Los Trinitarios, Latin Kings, Bloods, Metálicos y Ñetas son algunas de las pandillas más prominentes en el país, tienen estructuras jerárquicas definidas y están involucradas en actividades delictivas diversas, desde el tráfico de drogas hasta la violencia callejera:

Los Trinitarios:

Los Trinitarios, una organización criminal nacida en el corazón de la comunidad dominicana en Nueva York, se ha convertido en una fuerza poderosa no solo en la Gran Manzana, sino también en otras partes de Estados Unidos y en el extranjero. Fundada en 1989 en la prisión de Rikers Island como una especie de hermandad para proteger a los presos dominicanos, ha evolucionado hasta convertirse en una de las pandillas más grandes y peligrosas.

Con un nombre inspirado en los ideales de Juan Pablo Duarte y la lucha por la independencia del país, Los Trinitarios han construido una identidad que mezcla orgullo nacional con lealtad a la pandilla. 

La estructura interna de la pandilla es jerárquica, con roles definidos y reglas estrictas para la membresía y les ha permitido mantener un alto grado de organización en sus actividades delictivas, que van desde el tráfico de drogas y armas hasta asaltos, asesinatos y secuestros.

A pesar de numerosas redadas y arrestos, la pandilla sigue siendo una preocupación grave para la seguridad pública, ya que su influencia se extiende a través de múltiples jurisdicciones y países.

Latin Kings

Los Latin Kings, una de las pandillas fuerte en RD, tienen una presencia arraigada en el país, con una historia que se remonta a sus orígenes en Chicago, Estados Unidos, en la década de 1940. La discriminación y la marginación que enfrentaban los jóvenes latinos en ese entonces llevaron a la formación de esta pandilla, que se expandió rápidamente a otras ciudades de Estados Unidos y eventualmente llegó a territorio dominicano en la década de 1970.

Han establecido una estructura organizativa sólida, dividida en «capítulos» o «familias», cada uno con su propio líder y territorio. Esta jerarquía interna es para mantener el orden y la cohesión dentro de la pandilla, que se identifica mediante un lenguaje y símbolos específicos.

La violencia extrema es una característica distintiva de los Latin Kings, quienes han perpetrado asesinatos, tiroteos, agresiones y vandalismo. Además, están involucrados en una amplia gama de actividades delictivas, como el tráfico de drogas, la extorsión, el robo y el tráfico de armas, dejando un impacto devastador en las comunidades donde operan, al generar inseguridad y limitar el desarrollo social y económico.

A pesar de los esfuerzos de las autoridades para combatir la pandilla, sigue representando una amenaza significativa para la seguridad pública.

Bloods

Las pandillas Bloods, originarias de Los Ángeles, California, en la década de 1970 como respuesta a la violencia y discriminación que enfrentaban los afroamericanos, expandieron sus tentáculos hacia República Dominicana en la década de 1980, principalmente mediante la deportación de miembros de la pandilla. En la isla, se organizaron en «sets» o «familias», cada una con su propio líder y territorio, basando su estructura interna en la lealtad, el respeto y la disciplina. 

Identificados por el color rojo y símbolos específicos, se sumergieron en una amplia gama de actividades delictivas, desde el tráfico de drogas y la extorsión hasta el asesinato y la violencia callejera.

La banda ha obstaculizado el desarrollo social y económico de las áreas donde opera, contribuyendo a la desintegración social y muchos de los miembros de la banda no tienen educación, lo que los hizo vulnerables al reclutamiento por parte de las pandillas.

Metálicos

La pandilla Metálicos en República Dominicana tiene una historia que se remonta a la década de 1980, aunque no existe una fecha exacta de su formación documentada, se cree que surgió en los barrios marginales de Santo Domingo, donde jóvenes buscaban protección y poder en un entorno social y económico precario.

En términos de estructura y organización, los Metálicos operan con una jerarquía claramente definida, con líderes conocidos como «jefes» o «cabezillas» que controlan a los miembros de rango inferior.

Las actividades delictivas son variadas y abarcan desde el tráfico de drogas hasta la extorsión, el robo, el asesinato y la violencia callejera. Son conocidos por su participación activa en el tráfico de drogas al por menor, controlando puntos de venta y utilizando la violencia para intimidar a competidores.

La presencia de la pandilla limitan la movilidad de las personas y afectan negativamente la calidad de vida, generando desconfianza, miedo y falta de oportunidades para los jóvenes. Además, los barrios donde opera la pandilla son estigmatizados, lo que dificulta el desarrollo económico y social de la zona.

Ñetas

La banda Ñetas, cuyos orígenes se remontan a la década de 1970 en los barrios marginales de San Juan, Puerto Rico, ha sido testigo de una evolución marcada por diferentes etapas de crecimiento y declive a lo largo de los años. Fundada por jóvenes que buscaban protección y poder en un entorno social y económico precario, la pandilla se ha enfrentado a rivalidades con otras pandillas y la acción policial a lo largo de su historia.

En la década de 1980, extendieron su influencia a República Dominicana, estableciéndose principalmente en Santo Domingo. La migración, la búsqueda de nuevas oportunidades y la expansión de sus actividades delictivas fueron los principales motores detrás de esta llegada.

Una vez en suelo dominicano, se adaptaron al contexto social y cultural del país, manteniendo su identidad y códigos propios.

Además, tienen fuertes vínculos con redes internacionales de narcotraficantes, lo que les permite acceder a grandes cantidades de drogas y ampliar su alcance, debido a que facilitan el transporte de drogas desde y hacia el país, utilizando diferentes rutas y métodos para evadir a las autoridades, e invierten las ganancias del narcotráfico en negocios legítimos para ocultar sus actividades ilícitas.

Los Dominican Don’t Play

Este grupo surgió a principios de la década del 2000 en sectores marginados de Santo Domingo, RD, inicialmente compuesta principalmente por jóvenes dominicanos, pero han integrado miembros de otras nacionalidades como colombianos y ecuatorianos.

Aunque era vinculada inicialmente a pandillas como Ñetas y Latin Kings, con el tiempo se ha consolidado como una organización independiente, con una presencia significativa en Santo Domingo y otras ciudades del país, así como una expansión hacia Europa, principalmente España.

Las actividades delictivas son variadas y van desde el tráfico de drogas, donde se involucran cocaína, marihuana, éxtasis y otras sustancias, hasta la extorsión, cobrando «peajes» a negocios y residentes en zonas bajo su control. Además, participan en violencia callejera, como peleas, vandalismo y enfrentamientos con otras pandillas, así como en robos, desde asaltos a mano armada hasta robos a comercios.

Y, ¿las autoridades?

El impacto de las pandillas en la sociedad es considerable, ya que generan un clima de temor en las comunidades donde operan, limitando la libertad de movimiento y afectando la calidad de vida. Los enfrentamientos entre sí y los ataques a civiles han resultado en numerosos heridos y muertes, debilitando el tejido social, fomentando la desconfianza y la falta de oportunidades para los jóvenes

El gobierno dominicano ha implementado diversas estrategias para combatir la actividad de las pandillas, que van desde operativos policiales hasta programas de prevención del delito y reinserción social. Sin embargo, el fenómeno de las pandillas sigue siendo un desafío significativo, exacerbado por factores como la pobreza, la desigualdad social y la corrupción.

Las pandillas representan una amenaza para la seguridad pública y el bienestar social, y su combate requiere un enfoque integral que aborde tanto las causas subyacentes como las manifestaciones visibles del problema.