7 SEGUNDOS.- El amor, el coqueteo, la seducción y el matrimonio han existido desde siempre por lo que el ser humano ha tenido estrategias para aparearse y que la especie no desaparezca. Las técnicas de conquista (sea por salvaguardar la especie, por amor, seguridad social o económica) han ido evolucionando a lo largo de la historia.

El arte de coquetear se lleva a cabo con el fin del desarrollo de una relación amorosa, y se refiere al conjunto de acciones que realiza una persona con el fin de conocer, agradar y enamorar a otra, para lograr ser aceptada.

Lo que antes era un proceso más formal y cara a cara para los baby boomers, hoy es más rápido y digital, influenciado por las redes sociales y el modernismo. Para los millennials y la generación Z, las apps de citas y la mensajería instantánea han cambiado las reglas del juego. Este cambio refleja no solo el avance tecnológico, sino también nuevas formas de relacionarse y mostrar afecto en una sociedad más conectada y acelerada.

Coqueteo en el pasado

Este tipo de coqueteo se enfoca en el compromiso, protegiendo la moral de la mujer, y valorando su inocencia, respetando el tiempo natural para el desarrollo de un vínculo amoroso. Enfatiza el conocimiento mutuo a un nivel más profundo, haciendo que ambas partes compartan sus pensamientos y aspiraciones de manera abierta.

En el pasado, durante el llamado «cortejo», los gestos de respeto y atención eran fundamentales para demostrar interés y afecto. El protocolo de la época dictaba actos como ponerle el abrigo a la dama cuando tenía frío, abrirle la puerta para permitirle el paso, ofrecerle el brazo para caminar juntos o incluso halar su silla para que se sentara. Estos detalles, más allá de ser simples muestras de educación, eran símbolos de consideración y cuidado, y jugaban un papel esencial en la construcción de una relación.

En ese contexto, cada gesto tenía un propósito claro: cultivar una relación basada en valores compartidos, donde la paciencia, el respeto mutuo y la cortesía eran pilares fundamentales. Estos actos no solo reflejaban la admiración del uno por el otro, sino que también eran formas de establecer un vínculo emocional en el que la equidad y el bienestar del otro eran la prioridad.

Las serenatas, las cartas de amor y los poemas decían presente en el cortejo tradicional. El chaperón tenía que acompañar a la dama en cada salida con su enamorado y en las visitas que este le hacía. La última forma de galantería era pedir la mano en matrimonio de la mujer dándole un anillo, pero para ello se necesitaba el permiso y bendición del padre.

Coqueteo moderno

El coqueteo moderno, o más bien «seducción», es más inmediato a fin de satisfacer deseos del momento, predomina: el conocerse por aplicaciones, sexo virtual, citas con desconocidos, iniciar relaciones sin hablar el mismo idioma, tener relaciones sexuales el mismo día de conocer a alguien y que funcione.

Hoy en día, muchas de las primeras interacciones amorosas nacen en bares, discotecas y, sobre todo, en redes sociales como Tinder, Instagram y WhatsApp. La diferencia con tiempos pasados es que, ahora, el primer paso no es exclusivo del hombre; las mujeres también toman la iniciativa, derribando antiguos estereotipos. El interés mutuo se confirma de manera rápida y directa, con un match en aplicaciones de citas, o con el uso de emojis de fuego para expresar atracción física a través de las redes sociales.

El coqueteo moderno se ha adaptado a las nuevas formas de comunicación, pero también refleja un cambio en las expectativas. Hoy se valora que las personas hayan tenido más de un noviazgo antes de comprometerse en matrimonio, pues se entiende que esas experiencias previas aportan madurez emocional y claridad sobre lo que se busca en una pareja. El «flirteo» ya no es solo un juego; es una forma de conocer y construir relaciones más auténticas en un contexto digital y rápido.

En este cortejo no es necesaria la pregunta: ¿quieres ser mi novi@? Puesto que muchas personas prefieren “dejar que todo fluya”, refiriéndose a esperar un tiempo largo de encuentros para definir qué tipo de relación se desea.

Evidentemente ambos cortejos tienen matices positivos, adaptándose a costumbres de generaciones distintas y al tipo de relación que se busca. ¿Tú cuál prefieres?