Durante la Edad del Hierro, en las comunidades ibéricas se practicaba la cremación de los difuntos, pero se ha descubierto que algunos bebés y prematuros eran sepultados en las casas. Un análisis del ADN de restos encontrados en yacimientos en Navarra, España, reveló que tres de estos bebés tenían síndrome de Down y uno síndrome de Edwards, lo que sugiere que eran valorados y respetados por sus comunidades.

Este estudio, publicado en Nature Communications y liderado por el Instituto Max Plack de Alemania en colaboración con universidades españolas, es uno de los primeros en buscar trisomías cromosómicas en muestras antiguas, utilizando un nuevo método estadístico de secuenciación y combinándolo con análisis osteológicos y arqueológicos.

Los bebés con afecciones genéticas identificados fueron enterrados en las casas, lo que sugiere que eran considerados personas especiales y valiosas para la comunidad. En Navarra, donde se encontraron tres casos de síndrome de Down y uno de síndrome de Edwards, los bebés tenían entre 26 y 40 semanas de gestación. Algunos de ellos fueron enterrados con ricos ajuares funerarios, indicando un trato especial y respetuoso hacia ellos.

Aunque la supervivencia con estas condiciones genéticas era difícil en la antigüedad, el estudio sugiere que algunos de los bebés identificados podrían haber sobrevivido algunos días. Además, no todos los bebés enterrados en las casas tenían patologías genéticas, lo que sugiere que el entierro en el hogar podría haber sido una práctica común para bebés fallecidos prematuramente.

El descubrimiento de estos casos demuestra que, a pesar de las dificultades de la vida antigua, existía un reconocimiento y un respeto por la diversidad genética en estas comunidades de la Edad del Hierro.

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