Un estudiante brasileño, Mateus Facio, de 21 años, pasó cuatro días sin darse cuenta de que le habían disparado y tenía una bala alojada en la cabeza. La historia ocurrió el 31 de diciembre, cuando Mateus estaba celebrando el Año Nuevo en una playa en Cabo Frío, Río de Janeiro.
Sintió un fuerte impacto en la cabeza y sangraba, pero pensó que alguien le había arrojado una piedra. Un médico lo atendió, puso hielo y Mateus continuó celebrando sin sentir incomodidad.
No fue hasta el 4 de enero que Mateus se dio cuenta de que algo andaba mal. Despertó mareado, con entumecimiento en un brazo y movimientos involuntarios en las manos. Fue al hospital, donde una tomografía reveló que tenía una bala calibre 9 milímetros en el cerebro, que se desplazaba y ejercía presión en áreas delicadas. Se sometió a una cirugía exitosa para extraer la bala.
La policía investiga el origen del proyectil y quién disparó, ya que no hay registros de incidentes con armas de fuego en la zona. Mateus, mientras se recupera, ha decidido cambiar su carrera de administración de empresas a medicina, inspirado por la experiencia en el hospital. «Durante el tiempo que estuve internado, vi que era lo que realmente quería para mi vida», dijo.