Cada 18 de diciembre se celebra el Día Internacional del Migrante, una fecha instaurada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 2000, con el propósito de destacar la contribución de los expatriados, la importancia de respetar y proteger sus derechos humanos, y reflexionar sobre las razones que motivan a muchas personas a dejar su país de origen.

Según la Real Academia Española (RAE), migrar significa «trasladarse desde el lugar en que se habita a otro diferente». Las Naciones Unidas, por su parte, definen a un migrante internacional como «cualquier persona que ha cambiado su país de residencia».

Las razones para emigrar son diversas. Algunos lo hacen por elección, buscando mejores oportunidades de estudios, trabajo o calidad de vida, mientras que otros se ven forzados a migrar debido a situaciones como conflictos sociales, violencia o la búsqueda de una vida mejor. En muchos casos, los migrantes buscan trasladarse de países subdesarrollados a naciones más desarrolladas.

De acuerdo con las últimas estimaciones de la UNESCO, en 2020 el número de migrantes internacionales a nivel global alcanzó los 281 millones. Las mujeres migrantes constituyen el 48% de esta cifra. La mayoría de los migrantes se encuentra en Asia y Europa (31% en ambos continentes), seguidos de América del Norte (21%), África (9%), América Latina y el Caribe (5%) y Oceanía (3%).

En el caso de la República Dominicana, se estima que más del 20% de los dominicanos residen fuera del país. Según el Registro Sociodemográfico 2023 del Instituto de Dominicanos y Dominicanas en el Exterior (INDEX), más de 2.8 millones de personas de origen dominicano viven en el exterior, con Estados Unidos y España como los destinos más comunes. Además, la migración dominicana tiene un perfil mayoritariamente femenino, con un 53.8% de mujeres, frente a un 46.2% de hombres.

La migración de dominicanos no solo tiene un impacto social, sino también económico, ya que las remesas familiares constituyen la tercera fuente de ingresos en divisas para la República Dominicana. Emigrar a un nuevo país no solo trae consigo mejoras económicas y sociales, sino que también implica afrontar varios desafíos emocionales y de adaptación.

El duelo migratorio, la barrera del idioma, y la necesidad de ajustarse a nuevas costumbres, clima y alimentación son algunos de los obstáculos que muchos enfrentan. Este proceso puede ser particularmente complicado durante fechas especiales como la Navidad o los cumpleaños de seres queridos. Por eso, es clave mantener el vínculo con nuestras raíces, preservar nuestra cultura y buscar maneras de sentirnos cerca, aunque físicamente estemos lejos.