La incertidumbre política crece en Venezuela mientras se acerca el 10 de enero, día en que tanto Nicolás Maduro como Edmundo González Urrutia insisten en que jurarán como presidente para el período 2025-2031. La situación se complica con las denuncias de persecución política y las acusaciones mutuas entre el Gobierno y la oposición, mientras se intensifican las detenciones y la activación de medidas de seguridad.
El Gobierno venezolano ha detenido a siete extranjeros, a los que acusa de ser “mercenarios” con la intención de llevar a cabo acciones “terroristas” antes de la toma de posesión de Maduro. Según el presidente venezolano, los detenidos incluyen ciudadanos de Estados Unidos, Colombia y Ucrania. Maduro asegura que estos individuos estaban involucrados en planes para atentar contra figuras del gobierno, incluidos actos de sabotaje a servicios públicos.
En paralelo, el antichavismo denuncia una ola de persecuciones contra opositores, con varias detenciones de activistas políticos. Entre los más recientes arrestos se encuentra Enrique Márquez, excandidato presidencial, quien fue detenido por agentes del Estado. La organización Voluntad Popular (VP), a la que pertenece Márquez, acusó al Gobierno de llevar a cabo una “ola de desapariciones” contra dirigentes y defensores de derechos humanos.
Por otro lado, el líder opositor Edmundo González Urrutia denunció el secuestro de su yerno, Rafael Tudares, en Caracas, mientras se dirigía a dejar a sus hijos en la escuela. González Urrutia, quien se encuentra fuera del país, ha sido objeto de una orden de detención y de una recompensa de 100,000 dólares por parte del Gobierno venezolano.
Además, la Asamblea Nacional, controlada por el oficialismo, ha declarado personas non gratas a nueve expresidentes latinoamericanos que han manifestado su apoyo a González Urrutia. Estos exmandatarios, entre ellos Felipe Calderón de México y Andrés Pastrana de Colombia, han expresado su disposición a acompañar al opositor en su lucha por la “democracia” de Venezuela, lo que ha generado un rechazo formal del Gobierno de Maduro.
Con el panorama cada vez más polarizado, la expectativa crece en torno a lo que sucederá en los próximos días, cuando se presencie la toma de posesión presidencial, un evento que podría marcar un punto de quiebre en la crisis política del país.