La República Dominicana, a pesar de su belleza natural y abundantes recursos hídricos, enfrenta un grave problema de contaminación del agua, tanto superficial como subterránea. Esta problemática tiene un impacto negativo en la salud humana, el medio ambiente y el desarrollo económico del país.
Las aguas residuales domésticas e industriales
Las aguas residuales representan un desafío ambiental de gran envergadura, según datos del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MIMARENA) de 2022, el 84.3% de estas aguas se descargan directamente sin ningún tipo de tratamiento previo, lo que plantea amenazas para la salud pública y el ecosistema.
Los efectos ambientales de este vertido sin tratar son significativos, abarcando desde la contaminación de ríos y mares hasta la eutrofización y la propagación de enfermedades como cólera y hepatitis A, especialmente en comunidades con acceso limitado a agua potable segura.
En el caso particular del Gran Santo Domingo, la situación es particularmente crítica, apenas un 7.2% de las aguas residuales reciben algún tipo de tratamiento antes de ser descargadas, lo que significa que un 92.8% se vierte sin procesar alguno.
Este vertido tiene un impacto en el río Ozama y la Bahía de Ocoa, dos cuerpos de agua vitales para la región que reciben el 80% de las aguas residuales generadas en el área metropolitana. En el río Ozama, por ejemplo, se estima que el 98% de las aguas residuales llegan sin tratamiento previo, convirtiéndolo en uno de los ríos más contaminados del país con altos niveles de coliformes fecales y metales pesados.
La Bahía de Ocoa tampoco se escapa a esta problemática, sufriendo los efectos nocivos del vertido sin tratamiento, incluyendo la mortalidad de peces, la degradación de los manglares y la proliferación de algas, lo que compromete aún más la salud de los ecosistemas costeros y la sustentabilidad ambiental de la región.
Agroquímicos
El uso excesivo de agroquímicos representa una seria amenaza para el entorno natural y la salud pública, ya que en el 2019, RD importó más de 30 millones de dólares en estos productos, colocándonos como uno de los mayores consumidores per cápita en América Latina. Principalmente, en herbicidas, insecticidas, fungicidas y fertilizantes de cultivos como arroz, banana, café y caña de azúcar.
La contaminación afecta gravemente las aguas subterráneas al filtrarse pesticidas y fertilizantes, comprometiendo la seguridad para el consumo humano e irrigación. Además, ríos y embalses sufren por la escorrentía que lleva consigo estos químicos, deteriorando la calidad del agua y los ecosistemas acuáticos.
La exposición a estos agroquímicos se relaciona con enfermedades graves como cáncer, trastornos neurológicos, reproductivos y respiratorios. Los más vulnerables son los niños, mujeres embarazadas, trabajadores agrícolas y comunidades cercanas a las zonas de aplicación. Estudios en el país han demostrado la conexión entre la exposición a estos químicos y enfermedades crónicas.
Residuos sólidos:
La problemática de los residuos sólidos constituye una seria amenaza para el medio ambiente y la salud pública, la mayoría de estos desechos terminan en vertederos a cielo abierto, sin ningún tipo de tratamiento, generando consecuencias que requieren atención urgente.
Se estima que hay más de 348 vertederos en el país, recibiendo diariamente unas 7.891 toneladas de residuos, esto provoca emisiones de gases como el metano, contribuyendo al cambio climático, además de olores desagradables, de vectores como moscas y ratas, y focos de infección.
La contaminación del agua potable es un riesgo en varias zonas del país, como Duquesa en Santo Domingo y Puerto Plata, donde se han registrado casos de contaminación por lixiviados, lo que puede causar enfermedades gastrointestinales, diarrea, cólera y otras afecciones graves.
Minería:
La actividad minera genera una amplia gama de residuos y contaminantes que pueden llegar a las fuentes de agua, entre ellos se encuentran metales pesados como plomo, mercurio y cadmio, así como compuestos químicos como el cianuro y el ácido sulfúrico: estos contaminantes pueden afectar gravemente la calidad del agua y la vida acuática.
Se estima que la industria minera produce alrededor de 10 millones de toneladas de residuos al año en el país, estos residuos pueden llegar a las fuentes de agua a través de derrames, escorrentía durante las lluvias y filtraciones en el suelo, causando daños significativos en los ecosistemas acuáticos.
La contaminación minera tiene efectos devastadores en los ecosistemas acuáticos, incluyendo la muerte de peces y otros organismos, la destrucción de hábitats y la alteración de la cadena alimenticia.
Dos casos que se destacan son la Mina Pueblo Viejo en Sánchez Ramírez, señalada como una fuente principal de contaminación del río Ozama, y la Mina Falconbridge en Bonao, que dejó un legado de contaminación en la cuenca del río Yuna. Estos casos ilustran cómo la minería puede tener un impacto duradero y perjudicial en el medio ambiente y la salud humana.
Deforestación:
La deforestación es un grave problema ambiental, afectando profundamente los recursos hídricos del país, asimismo la pérdida de árboles aumenta la erosión del suelo, lo que conlleva una mayor cantidad de sedimentos en ríos y embalses, impactando negativamente la calidad del agua y la salud de los ecosistemas acuáticos.
En un análisis detallado, se revela que desde 1992, el país ha perdido el 40% de su cobertura boscosa, exacerbando la tasa de erosión del suelo hasta 20 veces en comparación con áreas boscosas. Esta situación ha llevado a una disminución en la capacidad de almacenamiento de agua y un aumento en la turbidez de los cuerpos de agua.
Impactos en la salud humana:
El impacto en la salud humana debido al consumo de agua contaminada es significativo, cada año, más de 400 mil personas se enferman debido a esta causa.
La diarrea es la principal causa de mortalidad infantil en el país, cobrando la vida de alrededor de 2,500 niños menores de 5 años anualmente. La disentería, caracterizada por diarrea con sangre, fiebre y dolor abdominal, afecta principalmente a niños y adultos mayores.
La hepatitis A, transmitida a través del agua y alimentos contaminados, ataca el hígado: el cólera, una infección bacteriana grave, causa diarrea acuosa y vómitos, siendo fatal si no se trata a tiempo. Además, la exposición al agua contaminada aumenta el riesgo de contraer otras enfermedades como el tifus, la leptospirosis y la parasitosis intestinal.
Los costos asociados con la contaminación del agua son significativos y se extienden a varias áreas económicas, los gastos en atención médica para tratar enfermedades relacionadas con el agua contaminada representan una carga financiera importante para los sistemas de salud y los individuos afectados.
Abordar la contaminación del agua en República Dominicana es una tarea que requiere acciones concertadas a nivel gubernamental, comunitario e individual, a través de un enfoque integral y sostenido se puede proteger la salud, el entorno natural y la economía para las generaciones futuras.